El viernes 20 de noviembre tuvo lugar la inauguración de la nueva tienda de Conchi Beneyto. Entre decenas de amigos, clientes y gente conocida de la fiesta de Fogueres, Conchi y su marido Juan abrieron las puertas de la que será su nueva casa, y la de todos los que confían en su trabajo.
En el momento de plantearse el cambio de local, Conchi tiene muy claro que quiere permanecer en Carolinas, el barrio donde creció, su barrio. Es por esto que únicamente 150 metros separan la tienda anterior de la actual, en Amadeo de Saboya 5, esquina con Cánovas del Castillo. Se trata de un local con una amplitud mayor, un taller más amplio donde realizar los trabajos y más luminosidad y visibilidad al encontrarse en una avenida, la que conecta los cruces más famosos de Sagrada Familia, Carolinas Altas y Foguerer Carolinas.
Conchi Beneyto trabaja con todo tipo de clientes, pero aseguran haber cogido buena fama y especialidad en la indumentaria de hombre. A través de la documentación han conseguido abrir todo una abanico de posibilidades en la vestimenta de hombre que su clientela ha valorado y recomendado.
Su amplia variedad de fajas, pañuelos, calcetines, sombreros,… hace que las opciones se multipliquen para el cliente del sector masculino. Ya se vaya buscando un traje completo de hombre o mujer, únicamente una parte de éste (chaleco, falda, delantal,…) o algún complemento concreto como aderezos o lligacames, Conchi Beneyto tiene la solución perfecta para la idea deseada.
A excepción del traje de novia alicantina, que por sus características especiales es más estricto de cara a ciertas combinaciones y hay que trabajarlo tal cual fue concebido, Conchi defiende el aprovechar elementos que ya tengamos guardados en el armario, adaptándolos y combinándolos con otros elementos para conseguir trajes nuevos por mucho menos de lo que nos esperaríamos. En Conchi Beneyto siempre intentan asesorarte desde su amplio conocimiento en el terreno sobre la idea que tienes pensada, y reconocen que el 90% de sus clientela confía en ellos, y se deja asesorar. «Tu idea está muy bien. Ahora, ¿cómo la verías así? Y de repente se encuentran con una opción de su propuesta que no se habían planteado y que les convence mucho más sin suponerles mucho más.» cuenta Conchi recordando diversas situaciones.
Conchi Beneyto fue la indumentarista oficial de la Bellesa del Foc Infantil 2014, Nuria Menargues, y sus Dames d’Honor, lo cual recuerda como una experiencia preciosa que le encantaría volver a vivir. Actualmente viste a alrededor de cuarenta novias alicantinas y a muchos componentes de comisiones de la ciudad. Ha participado activamente de las revisiones del reglamento de indumentaria llevadas a cabo desde Federació de Fogueres, aportando las opiniones que se les ha pedido acerca del tema. Como festeros de toda la vida, y hasta la fecha, ellos tambien quieren lo mejor para Les Fogueres y para su imagen, y entienden perfectamente ese trabajo conjunto para que así sea.
Desde que abrieran su negocio en 2010 han tenido muy clara su filosofía de trabajo: pelear por lo tradicional de la indumentaria alicantina. Antes de convertirse en negocio Conchi y Juan ya vestían de fiesta a l’antiga, y lo único que han hecho ha sido poner esa inquietud y amor por la tradición al servicio de aquellos que quieran contar con ellos. «Queremos que todo el que salga por la puerta de nuestra tienda vaya correctamente vestido, sin excesos innecesarios», afirma Conchi
Artículo aparecido en el llibret 2007 de la foguera San Fernando.
1928-1936
A principios de 1927 aparece una nueva sociedad para el fomento del turismo en la ciudad llamada “Alicante Atracción”, posible heredera de la desaparecida “La Festival”. Comenzaba a gestarse el inicio de las Hogueras, y el 3 de mayo de 1928 llegaban al Ayuntamiento los bocetos presentados por las comisiones organizadoras de les Fogueres de San Chuan correspondientes a las calles de Pérez Galdós, Alfonso el Sabio y Plaza de Isabel II, los cuales fueron aprobados.
El 30 de mayo del citado año José María Py solicitaba del Ayuntamiento que estableciera premios para las Fogueres, y la corporación decidía encargar cinco estandartes que costaban 65 pesetas.
El cuerpo de bomberos encargado de la Cremà percibía 180,50 pesetas, en compensación del trabajo.
A final de julio de 1928 la sociedad “Alicante Atracción” presentaba las cuentas de las primeras Hogueras. Los gastos habían ascendido a 17.155,30 pesetas. Los ingresos obtenidos eran de 6.856,45 pesetas, lo que suponía un déficit de 10.298,90.
El acuerdo entre “Alicante Atracción” y el Ayuntamiento era hacerse cargo del déficit a medias, y como el Consistorio había entregado 4.000 pesetas adelantadas, sólo tenían que autorizar el pago de 1.149,45 pesetas.
La gran acogida de las primeras Hogueras no fue suficiente para “Alicante Atracción” y volvió a hacerse cargo de las fiestas de 1929. Éste fue el Ao en que se inició su consolidación. Ayuntamiento y comercio aumentaron su participación (esencialmente en el ámbito económico), sin embargo, esos esfuerzos no eran suficientes, ya que experiencias pasadas habían demostrado que no era posible crear una fiesta sin el apoyo popular. Podía lograrse la creación de un importante activo turístico para la ciudad, pero debía acompañarse de la extensión a todos sus rincones. De ahí que José María Py se marcase como objetivo las barriadas, esas que habrían de ser el motor de la fiesta. Pronto se hizo evidente que el binomio barrios-fiesta poseía una fuerza especial y, por tanto, se convertía en piedra angular en el fortalecimiento del proyecto.
Finalizada la Cremà de este segundo año el concejal Soriano daba cuenta al Ayuntamiento del éxito obtenido, por lo que pedía para 1930 duplicar los premios y subvenciones y formar una Comisión Coordinadora entre barrios compuesta por el alcalde o en quien delegara, y todos los presidentes de Comisiones. Nacía la Gestora.
El Ayuntamiento apoyaba las fiestas de Hogueras, y para fomentar la bonanza de estas tierras costeó una película cinematográfica de propaganda producida por la empresa Cenje-Norte S.A.
SOPORTE MUNICIPAL, LAS SUBVENCIONES
La nuevas fiestas que se venían impulsando desde 1928 por parte de manos privadas se habían revelado un rotundo éxito. El Ayuntamiento, consciente de ello, y muy receptivo con las nacientes Fogueres no ocultaba su interés en alentar el tirón de los recientes festejos. Los diferentes grupos presentes en el Pleno del Ayuntamiento mostraban su unión en este aspecto.
En Sesión Ordinaria de 26 de marzo de 1930, daba cuenta el señor Interventor de una instancia de don José María Py, presidente de la Comisión Gestora de les “Fogueres de San Chuan”, solicitando el auxilio económico del Excmo. Ayuntamiento para las fiestas de San Juan y San Pedro. Leido el informa sobre dicha instancia, el señor Mataix manifestaba que le parecía bien lo solicitado, incluso estimada que lo que se pedía era poco, pero que obviamente, debía tenerse en cuenta el alcance económico del Erario Municipal.
En lo referente a las subvenciones, cada comisión de Fogueres, por el hecho de estar debidamente constituida recibiría 500 pesetas por parte del Ayuntamiento, cifra muy respetable si la comparamos con la que recibían otras comisiones de festejos, como las fiestas en honor a San Pascual que recibían 50 pesetas o las celebradas en el caserío de Tángel, cuya subvención ascendía a 100 pesetas. También se entregaron 400 pesetas a Lorenzo Aguirre como importe del boceto del cartel anunciador de las fiestas de Fogueres y otras 1.600 en concepto de realización de 650 carteles anunciadores. Un auténtico derroche de medios, solo para la creación y publicación de carteles de Fogueres.
Además del desembolso económico que recibían las Hogueras y que sin duda favoreció su éxito, el número de delegaciones municipales que se ordenaban constituir también creció y los encargos a especialistas terminó por implicar a más sectores alicantinos.
LA FIESTA DURANTE LA II REPÚBLICA
Llegada la República, el Ayuntamiento acordaba declarar como “días feriados en este término municipal, en razón de fiestas locales de mayor tradición… los días 24 y 29 de junio y 26 de diciembre”. Resulta curioso que las perseguidas Hogueras de San Juan, tan denostadas por las nuevas clases sociales durante todo el siglo XIX, por considerarlas como símbolo de incultura; renacían en 1928 y tres años después, los días 24 y 29 de junio se convertían en las fiestas locales por su “mayor tradición”.
Al planificar las Fogueres de 1931 las disputas por el control último de la fiesta comenzaron a surgir. No tanto por su ejecución sino por el poder que se derivaría de gestionar una actividad de tanto éxito y presupuesto, además de los beneficios colaterales que podía aportar, como los de explotar su publicidad.
Ese mismo año el Ayuntamiento recibió una instancia firmada por Miguel Carrillo Soler solicitando autorización para implantar durante las fiestas de junio una Foguera anunciadora. Finalmente la propuesta fue desestimada, aunque habían precedentes de estas Fogueras publicitarias, como la plantada el ejercicio anterior, que anunciaba “el famoso camión Chevrolet que la casa Arques y Bonmatí Ltda.. exhibe en la Plaza de Isabel II frente a su salón de exposición”.
En cuanto a subvenciones, también en 1931 se otorgaron 500 pesetas a cada comisión, siendo un total de 22 las beneficiarias. Además, se acordó entregar tres premios a los monumentos plantados durante las fiestas, dotados cada uno de ellos con la cuantía de 1.000, 600 y 400 pesetas correspondientes al primero, segundo y tercero respectivamente.
Desde el Ayuntamiento se proponían estatutos para la fiesta y mínimos a cumplir por las comisiones para optar a la subvención de 500 pesetas.
En 1934 se crearon por vez primera dos grupos (A y B) para clasificar los monumentos según su coste. El grupo A acogió 12 Hogueras, mientras que el B hizo lo propio con las 23 restantes. Esta separación no volvió a repetirse hasta pasados dos años, participando en esa ocasión, 11 distritos en el grupo A y 21 en el B.
Transcurridas las fiestas de 1935, se aprobaba una cuenta de 53.844,57 pesetas referida a pagos realizados con motivo de las fiestas de Hogueras y otros festejos.
No podemos omitir que fue en 1935 cuando se registró la primera “crisis” de la fiesta, ya que experimentó una disminución en el número de comisiones pasando de 35 a 27. Entre los distritos que se ausentaron durante este ejercicio se encuentran Calle Quiroga, Carolinas Altas o Pla del Bon Repós. Esta regresión también se hizo evidente en una generalizada menor entidad y monumentalidad. Sin embargo, hay que destacar la notable fuerza vecinal que en esta época tenían las comisiones de General Villacampa y Díaz Moreu, así como la magnitud de la Foguera de Campoamor y la notable entidad de la de San Antón Alto, mientras que Carolinas Bajas demostraba plantar un monumento de menores proporciones, aunque representativo de las limitaciones y rasgos imperantes de aquel año.
1935 fue un año en el que se contabilizó una menguada presencia de barrios como comisiones. Apenas se registró la modesta de Florida Alta y una de las contadas presencias del Raval Roig en la fiesta de Hogueras.
Pese a la regresión sufrida el año anterior la euforia continuaba, y así, en 1936 se acordaba entregar a las Hogueras de ese año la cantidad de 5.000 pesetas, que se entregarían en varios plazos debido a la escasez que sufrían las arcas municipales.
Como es lógico el artista más cotizado del momento era Gastón Castelló quien consiguió ser el primer artista que recibió 6.000 pesetas por monumento, cifra que asumieron en 1936 las comisiones de Plaza del 14 de abril, Benito Pérez Galdós y Plaza de la República para que el gran artista realizara sus monumentos.
Un mes después de finalizar los festejos se iniciaba la Guerra Civil y rompía con un periodo marcado por el claro apoyo mostrado por parte del Consistorio.
AÑOS 40
Finalizada la Guerra Civil, el país se enfrentaba a su reconstrucción. Alicante había sufrido los bombardeos hasta el final de la contienda, ya que fue la última capital de provincia que cayó en manos “Nacionales”. Ante esta situación resultaba complicado hacer frente a la preparación de los festejos, y no únicamente desde el punto de vista económico, sin embargo Alicante celebró las Hogueras de San Juan de 1939 con un único monumento, el realizado en un tiempo récord de 15 días por el artista Francisco Muñoz que se plantó frente al Mercado Central.
Ya con la entrada de los años 40, el nuevo Régimen debía hacer frente a los problemas económicos derivados de la Guerra, ya que durante tres años se establecieron dos políticas económicas distintas, con distinta moneda, lo que provocó un exceso de ésta que debía ser absorbido por el Estado si quería evitar tensiones inflacionistas. Fue algo que no consiguieron evitar y mientras los precios no cesaban en su escalada, los salarios de los trabajadores se congelaron o disminuyeron. Los niveles salariales en términos reales conseguidos antes de la Guerra no se volvieron a alcanzar hasta entrados los años 50.
La recuperación de la Fiesta fue rápida, de tal forma que en 1940 se volvieron a plantar Hogueras en las calles de la ciudad, algunas de ellas pertenecientes a Comisiones de nueva creación como la de Los Ángeles, ubicada en un barrio periférico (el más alejado de la zona centro en aquel momento) de clase obrera, lo que evidencia la necesidad de la población alicantina de restablecer las relaciones sociales lo antes posible a través de los festejos populares.
En lo que a monumentos se refiere, podría pensarse que la tendencia al alza de los precios pudo influir negativamente, sin embargo podemos observar como todos los primeros premios de la década tenían una considerable envergadura que superaba incluso a la de las Hogueras de la II República. Esto puede explicarse desde varias vertientes. En primer lugar, y como ya hemos apuntado anteriormente, la población estaba necesitada de vida social y la mejor forma de conseguirla era a través de las fiestas, que fueron conquistadas por la clase obrera mientras la burguesía cada vez tenía menos presencia. Se estaba cumpliendo lo que José María Py había iniciado diez años atrás, la expansión de la fiesta a todos los rincones de la ciudad y su aceptación popular. En cuanto a organismos oficiales, el Ayuntamiento conocía la repercusión que las Hogueras tenían sobre la sociedad alicantina, a través de ellas podía conseguir, al menos en cierta medida, la paz social que se quería instaurar, para evitar posibles movilizaciones o altercados. Al igual que en otros muchos aspectos, la libertad de expresión quedó reducida al beneplácito de las autoridades y el Ayuntamiento utilizó la censura en las Hogueras para influir o por lo menos, intentar controlar la participación popular. A través de la censura y de los diferentes premios que se otorgan a los monumentos fogueriles, se trata de influir, de difundir, el modelo ideológico imperante a seguir por la gente. Todo esto requería de un apoyo institucional que, sin duda, y aunque sin libertad de expresión, ayudó a la continuidad de la Fiesta en unos años especialmente difíciles.
La década transcurría con constantes altibajos en cuanto al número de comisiones censadas, lo que no evitó que se plantaran Hogueras brillantes como la de Mercado Central de 1945, de considerables proporciones, que consiguió el primer premio de primera categoría.
Los presupuestos ascendían ligeramente y en 1946 se establecía por vez primera la Categoría Especial, a imitación de las Fallas de Valencia, intentando dar cierta relevancia a las comisiones que más dinero invertían en su monumento. La máxima triunfadora de ese año fue la Hoguera de Santa Isabel, que contaba con un presupuesto de 16.000 pesetas.
En cuanto a las categorías inferiores, en 1949 quedaba establecida la “C” con aquellos monumentos cuyo coste no superara las 7.000 pesetas.
AÑOS 50
La década de los 50 es, junto a su predecesora, una de las más inestables de la historia de la Fiesta. Se trataba de una época de asentamiento, el Régimen surgido tras la Guerra Civil se consolidaba y las deficiencias aparecidas durante la posguerra se iban diluyendo. El modelo autárquico comenzaba a mostrar agotamiento y se inició un proceso que culminó con el Plan de Estabilización de 1959. En ese momento dejó de estar subordinada la economía a la política, se limitaron las intervenciones discrecionales sobre precios, salarios, intereses, tipo de cambio, etc., y se acabó con la política de dinero barato y facilidades presupuestarias que alimentaba la inflación. Todo esto llevó a un proceso de expansión que ya se había mostrado ligeramente durante toda la década. Las ciudades españolas experimentaron un crecimiento demográfico importante, que, sin embargo, no alcanzaría los niveles de los años 60.
En 1956 se aprueba el primer Plan General de Ordenación Urbana (P.G.O.U) de Alicante, cuya finalidad era ordenar el crecimiento y consolidar los espacios vacíos existentes en la ciudad.
El desarrollo de la Fiesta iba íntimamente relacionado, obviamente, con el desarrollo de Alicante. Sin embargo, la fiesta no notó un cambio importante durante estos años, caracterizados por la inconstancia de muchas Hogueras para constituirse y plantar su monumento. En 1950 se plantaron 29 monumentos, en 1951 se produjo un descenso considerable de casi un 50 %, ya que tan solo fueron 17 las comisiones constituidas. En 1952 hubo una cierta recuperación, con 24, que no duraría mucho, ya que en 1953 se produjo una nueva caída. Así se desarrolló toda la década, terminando en 1959 exactamente igual que en 1950, con 29 monumentos. La localización urbana de las comisiones seguía siendo principalmente el centro, mucho más consolidado que en la periferia por el estrato social de sus habitantes, con ingresos superiores a los del extrarradio, aunque no fuera ésta la única causa.
Pese a todo, la creación de nuevas comisiones no cesó, y en 1951 planta, por primera y única vez la Hoguera de la Plaza del Caudillo, en pleno centro de la ciudad, en 1950 y 1956 aparecen José Mª Py y General Mola-Renfe, respectivamente, ambas enclavadas en la zona del Ensanche. Finalmente, en la periferia y barrios de reciente creación aparecen Barrio José Antonio en 1956 y Pío XII-Mercadillo y Ciudad de Asís en 1959.
LA INESTABILIDAD DE LAS COMISIONES
Como ya hemos apuntado anteriormente, fue común que las comisiones se constituyeran de manera intermitente, sin llegar a conseguir una cierta estabilidad que les permitiera estar presentes en la Fiesta de forma continua. En esta década destacan especialmente los casos de Campoamor, San Antón Alto y San Antón Bajo. También llama la atención el hecho de que algunas comisiones estuvieran prácticamente desaparecidas durante toda la década, como ocurre con José María Py, La Florida y Séneca-Autobuses, en el caso de esta última aún resulta más curioso, ya que no consiguió la estabilidad pese a que fue la primera comisión que sobrepasó las 100.000 pesetas de presupuesto general en 1952 debido en parte al pequeño impuesto que cobraba de todos los billetes que se expedían en la recién construida estación de autobuses de Alicante, junto al desarrollo de una prolífica actividad en la organización de bailes en el recinto de la propia estación. Sin embargo, siempre que plantaba su monumento éste era de los de mayor coste de sus respectivos años, lo que hace pensar que posiblemente no fueran las dificultades económicas la causa principal de su desaparición temporal.
EVOLUCIÓN DEL COSTE DEL MONUMENTO
La política económica llevada a cabo por el Régimen Franquista repercutía directamente sobre la población con una elevada inflación, cosa que no quedaba reflejada en los presupuestos de las Hogueras. En la mayoría de casos se produjo un estancamiento que duró hasta 1959. El principal problema era que no sólo no crecían los presupuestos al mismo ritmo que lo hacía la inflación, sino que en muchos casos bajaban y en ocasiones de forma muy brusca, como ocurrió, por ejemplo, en Benito Pérez Galdós, cuyo coste del monumento de 1953 suponía tan sólo el 36 % del coste del de 1950. Posteriormente experimentaron una mejoría continuada, aunque no consiguieron igualar los niveles de principios de la década. También fueron constantes los pequeños “baches” como el de Benalúa en 1955, que redujo el presupuesto de su Hoguera un 25 % con respecto al año anterior, o el de Plaza del 18 de julio, también en 1955 cuyo presupuesto se redujo en más de un 50 %. Pero no todo fue una tendencia a la baja, se dieron casos de importantes incrementos como el de Benalúa entre 1956-1959 o el de Carolinas Altas, Carolinas Bajas, Mercado Central y San Fernando-Lonja en 1959, con aproximadamente un 50 % más de presupuesto. Cabe destacar que San Fernando-Lonja experimentó la mayor variación de coste de la década, ya que el presupuesto de 1954 triplicaba el del año anterior.
En el caso de Hogueras de nueva creación, posiblemente sean los 50 la década que acogió el hecho más insólito, ya que no ha vuelto a repetirse, se trata del caso de Ciudad de Asís, que aparecía por vez primera en 1959, al amparo de un barrio de clase obrera de nueva creación, y militando en la máxima categoría con el presupuesto más elevado.
Si nos fijamos en la evolución global del coste, podemos observar la tendencia ascendente pero moderada de los primeros años (1950-1954). En ese periodo se produjo un incremento de casi el 25 %, pasando desde entonces y hasta 1957 a un periodo de estancamiento en cuanto al valor nominal, pero de clara recesión si obtenemos el valor real.
AÑOS 60
Junto a los años 60 también llegó la inmigración procedente del resto de España, la gran mayoría procedentes de comunidades vecinas como Castilla-La Mancha, Murcia y Andalucía, además coincide con el “boom turístico” en todo el litoral alicantino. En nuestra ciudad se construyen nuevos barrios residenciales para las clases medias, de tipo obrero, para las clases más desfavorecidas, y la burguesía y la clase alta tendrá nuevos espacios gracias a la expulsión y sustitución de población en diversas zonas de la ciudad que pasa a adquirir un alto grado de centralismo. Son los mejores años en cuanto a la actividad urbanística. Estos cambios configuraron el plano de la ciudad que en gran medida llega hasta nuestros días. El incremento de población produjo la aparición de nuevos barrios alrededor de las vías de comunicación. En el centro se sustituyen edificios antiguos por otros modernos de mayor altura, incrementando la densidad de población y congestionando el Centro.
Se trata de una ciudad en expansión, con nuevas calles, nuevos barrios, y con ello, nuevas Hogueras. Son años de consolidación e incremento cuantitativo y de formas y estructuras más complejas. A lo largo de este periodo se incorporan numerosas comisiones a la actividad festera, ubicándose la mayoría en la periferia. Con esta expansión a los barrios se consigue la incorporación de muchos inmigrantes en comisiones de distrito, ya que lo consideraban una forma de integración en su ámbito social y una forma de demostrar un sentimiento alicantino.
Con la entrada de los 60 llega la “era Valcárcel”, un periodo de casi dos décadas que enlaza un pasado vacilante e inconstante con un futuro predemocrático.
EL FIN DE LOS GRANDES BARRIOS
Durante la década de los 60 fueron 13 las nuevas comisiones constituidas, ubicadas la mayoría en grandes barrios que contaban con tan sólo 1 o 2 comisiones, lo que llevó a una reducción de distrito en favor de un incremento en el número de Hogueras. Así, en 1966 el barrio de La Florida pasa a agrupar dos distritos, con la aparición de Florida-Portazgo. En 1962 surge el Grupo Felipe Bergé, que poco después pasaría a denominarse Ángeles-Felipe Bergé y la Colonia Virgen del Remedio se dividió en 1969 en los distritos de Virgen del Remedio-La Paz y Virgen del Remedio-Oeste.
En cuanto al Plá, fue éste el barrio que mayor número de nuevas comisiones acogió, algo lógico, ya que se trata del barrio que muestra una mayor expansión durante este periodo. Tras más de dos décadas de soledad, la primitiva Hoguera de Pla del Bon Repós, posteriormente conocida como Pla-Hospital, contempla la aparición de Pío XII-Mercadillo en 1959 y tan sólo un año después la de Sagrada Familia, ubicada en las casas de la Caja de Ahorros del Sureste. Posteriormente, en 1964 iniciaba su andadura el Grupo Portuarios-Bon Repós.
Centrándonos en el caso del Pla, debido a su especial relevancia durante los 60, diremos que ya por aquella época se empezaba a notar la falta de apoyo del vecindario. La Hoguera de Pío XII lamentaba así la poca ayuda de los vecinos:
“Siendo éste de Pío XII-Mercadillo un distrito nuevo, un barrio poblado en un gran porcentaje por personas procedentes de otras partes de España, he de dolerme que muchos de estos domicilios las puertas han sido herméticamente cerradas por su negativa a colaborar aunque sea con una aportación mínima a unos festejos que no consideran suyos”.
En cuanto al distrito de Sagrada Familia, se trató sin duda del más afortunado de la zona, ya que contaba en su primer ejercicio con 45 comisionados, cifra elevada incluso actualmente, y más aún si la comparamos con sus Hogueras vecinas Pío XII-Mercadillo y Pla-Hospital que en ese mismo año contaban con 16 y 24 comisionados respectivamente. En cifras similares se movería también la comisión Sagrada Familia en ejercicios posteriores. En ese primer año plantaron una Hoguera de 15 metros de alto que costaba 87.000 pesetas, presupuesto muy elevado y cantidades que repetirían en años sucesivos.
La siguiente comisión en aparecer, Grupo Portuarios-Bon Repós se sitúa en la Plaza Estella. Esta nueva barriada, ocupada por familias de de trabajadores del puerto, se había construido la década anterior ocupando los solares existentes tras el Hospital Provincial. Su primera Hoguera costó 50.000 pesetas.
Tal y como había pasado con la plaza de Pío XII ahora también la Colonia Ayela pasaba a ser sitio para las atracciones que ofrecía la nueva comisión Grupo Portuarios-Bon Repós. El programa del nuevo distrito estaba plagado de actividades festivas que incluso eran destacados en el programa oficial de ese año, demostrando un compromiso económico tremendo: fuegos artificiales, mascletá, festejos infantiles, etc.
LA NUEVA TENDENCIA PRESUPUESTARIA
Si los 50 fueron años de estancamiento en cuanto al coste del monumento, los 60 seguirán un rumbo completamente distinto, acorde a la situación económica que vivía el país, y más particularmente la ciudad de Alicante. Seguían siendo años con altas tasas de inflación, especialmente la experimentada en 1965 con casi un 15%, pero que sin embargo resultaban más moderadas que las experimentadas durante años anteriores. Al contrario que en los 50 esta vez sí que se produjo un incremento considerable en los presupuestos, salvo los años 1965 y 1966 en los que se evidenció una pequeña recesión en términos reales (y también nominales en el caso de 1965), que confirmó la tendencia alcista de la década. El coste medio por monumento en 1969 multiplicaba por más de 4 el de 1960 en términos nominales y por 2,5 si tomamos el valor real. Sin duda esto contribuyó a dar una mayor brillantez a los monumentos de la época, considerados por muchos como los mejores de la historia de la Fiesta.
Si Ciudad de Asís sorprendió a nivel presupuestario en su primer año de vida, durante los 60 volvió a ser centro de atención gracias al enorme coste de su monumento de 1964 de 400.000 pesetas, cifra que multiplicaba por 4 el valor del año anterior. Sin duda una cantidad más que considerable para la época, teniendo en cuenta que esa cifra no volvió a alcanzarse hasta 1969, en este caso, por la Hoguera de Campoamor.
La fórmula utilizada para poder sufragar tan importante gasto fue la puesta en marcha de un sistema de financiación que posteriormente se utilizaría con gran asiduidad. Se trataba de permitir la entrada a la Foguera a cambio de 5 pesetas y se vendieron aproximadamente unas 12.000 papeletas. Además, se obtuvo un ingreso extra por parte de la publicidad, ya que, aunque no se pudo probar, la marca de gaseosa “La Casera” habría pagado la cantidad de 100.000 pesetas por rodear el monumento con vallas publicitarias. Lástima que el distrito no pudiera mantener ese nivel en años posteriores, pasando en 1965 a 175.000 pesetas para no plantar en 1966 y regresar en 1967 con 300.000.
Resulta curiosa la situación de Benalúa, que no plantó en 3 ejercicios pese a que cuando lo hacía siempre era en la máxima categoría.
AÑOS 70
Sin duda, la época que comprende los años 1970-1979 se trata de la década del cambio. Se produjo un cambio político a nivel nacional que culminó con la implantación de un sistema democrático, que ya en los años 80 también llegaría al mundo de la Fiesta. El plano artístico también cambió. Los jurados comenzaban a premiar Hogueras que se alejaban del estilo barroco que había imperado durante tantos años, lo que produjo una renovación estética. Una clara muestra son los primeros premios de Categoría Especial conseguidos por Benalúa en 1976 y 1979. También se produjo un cambio económico provocado principalmente por la crisis del petróleo de 1973 que, debido al aislamiento exterior que aún sufría el país se manifestó más tarde pero con la misma o mayor intensidad.
NUEVAS COMISIONES
La década de los 70 comienza con la aparición de nuevos distritos en la zona Norte: Nou Alacant y Virgen del Remedio-Plaza de Argel en 1971, Colonia Requena en 1973 y Virgen del Remedio-La Cruz en 1976. Todas estas comisiones tienen en común que surgen en la periferia, alimentadas de población obrera e inmigrada.
Con la edificación de nuevas cooperativas por distintas partes de la ciudad aparecen comisiones como San Blas Alto en 1972 (por la extensión del barrio de San Blas), Cooperativa del Metal-Inmaculada del Pla en 1973 y ese mismo año Altozano y Juan XXIII-2º Sector. Después de muchos años, en 1974 aparece una nueva Foguera en el centro de la ciudad, se trata de Parque-Plaza de Galicia, que se ubica en el Ensanche Sur, en una zona de población de clase alta.
Durante esta década siguen apareciendo Fogueres en cooperativas o núcleos muy reducidos de casas, como Obra Sindical del Hogar en 1975 y Tómbola y Alipark en 1976.
Aparece la semilla de algo que se desarrollará con posterioridad con la creación de los distritos de Tercera Edad en 1975 y Maestría Industrial en 1976, donde los componentes de la comisión no viven en el lugar donde está enclavado el distrito. Además estas dos Fogueres se caracterizan por pertenecer a asociaciones y entidades.
UNA DÉCADA MARCADA POR LA CRISIS
La situación económica española comenzaba a desestabilizarse ya desde principios de la década. La armonía vivida durante los 60 se había agotado y la inflación que se había conseguido contener durante 10 años sobrepasó los 12 puntos en 1973 iniciando una escalada que alcanzó su cumbre en 1977 con un 22,2 %. Esto se tradujo en el coste de la vida, de manera que su valor en 1979 multiplicaba por 3,8 el de 1970. Si trasladamos estos datos al coste de los monumentos de la época podemos observar como de las 25 Hogueras que plantaron en 1970 y 1979 (incluyendo el caso especial de Benalúa que no plantó en 1970 pero sí a partir de 1971) tan sólo 7 habían incrementado su presupuesto por encima del IPC, lo que obviamente repercutía negativamente en los monumentos cuyo coste real en base a 1970 era, en 1979, un 18 % menor, pese a que su valor nominal, como no podía ser de otra forma no paró de crecer a pasos agigantados, un hecho muy diferente al de la década precedente.
Algunos datos llamativos de esta época a destacar serían la pérdida de poder económico que sufrió Ciudad de Asís hasta 1979, momento en que volvió a situarse en la zona de élite, tan sólo superada por Mercado Central, que en el breve periodo de tres años consiguió multiplicar su presupuesto por cinco. En 1978 se sobrepasó por vez primera la barrera del millón de pesetas, hecho que consiguieron Benalúa (1.500.000 ptas) y Mercado Central (1.000.000 ptas). También llama la atención un caso que hoy día resultaría imposible, se trata de la participación en Categoría Especial de la Hoguera Virgen del Remedio-Oeste durante los años 1973 y 1974. También destaca el avance presupuestario de la Hoguera de la Plaza del 18 de julio en 1975, año en que por vez primera se encargó el consistorio de sufragarla, un hecho que se repetiría hasta 1979 y posteriormente desde 1983 hasta nuestros días.
En cuanto a los métodos de las comisiones para conseguir hacer frente a los gastos de la Fiesta, éstos eran muy variados. Por poner un ejemplo, en el caso de la Hoguera Ángeles-Felipe Bergé, durante los años 1972 y 1973 (años en que la comisión estuvo compuesta exclusivamente por mujeres), las ocho comisionadas, a parte de contar con una colaboración casi íntegra del vecindario, una situación muy diferente a la actual, recurrían a otros métodos, como la rifa de electrodomésticos (en una ocasión rifaron una lavadora) cuyos boletos vendían en la zona de mayor tránsito del barrio. Su presupuesto global les permitió plantar su monumento de 90.000 pesetas, aunque finalmente el artista recibió algo más de lo acordado inicialmente, iluminar el barrio, que, todo hay que decirlo, constaba de tan sólo dos calles, contratar su banda de música para los días de fiesta, sufragar los gastos que para su Belleza suponía el cargo, etc.
La repercusión de la crisis no sólo fue económica, también estuvo presente en la temática de las Hogueras, como la de Parque-Plaza de Galicia de 1975 titulada “Inflación”, la de Rambla de Méndez Núñez del mismo año cuyo lema era “Oro negro”, haciendo clara referencia al petróleo o la de Hernán Cortés de 1976, “Todo sube”.
También me gustaría hacer hincapié en otros aspectos de la Fiesta, como la Palmera disparada desde la cumbre del Benacantil cuyo coste era de 30.000 pesetas en 1972, 50.000 en 1976 y 62.500 en 1977. Los fuegos artificiales disparados entre los días 25 y 28 junio tenían un coste de 60.000 pesetas cada uno en 1971, mientras que en 1976 ya costaban casi 125.000, 147.000 en 1977, 182.000 en 1978 y 209.000 en 1979. Además, la Nit del Foc (29 de junio) suponía un gasto mayor, que en 1979 ascendía a 450.000 pesetas, 123.000 más que el año anterior. En cuanto a la iluminación, el presupuesto contratado para el distrito de Plaza del 18 de julio de 1972 ascendía a 137.240 pesetas, mientras que la iluminación especial realizada en la Explanada ese mismo año supuso un desembolso de 169.984 sufragado por el Ayuntamiento, que también destinó las cantidades de 74.600 y 186.541 pesetas en concepto de pago de 10.000 carteles y 5.500 programas, además de las subvenciones de 53.000 pesetas por Hoguera (50.000 para la adulta y 3.000 para la infantil si hubiera).
La partida correspondiente a premios de monumentos se redujo considerablemente entre 1976 y 1978, pasando de una cantidad global de 54.000 pesetas repartidas en 12 galardones a 24.750 repartidas en 14, ya que en la Tercera Categoría comenzaron a entregarse cinco premios en lugar de los tres tradicionales. Resulta sorprendente la reducción de más de un 50 % en premios cuando los precios cada vez eran mayores, algo que sólo podría explicarse por el cambio de mentalidad que se venía gestando en el Ayuntamiento de abrir la Fiesta a todo el público y no sólo a Foguerers y Barraquers, lo que provocó un gasto más que considerable en conciertos y otros festejos de carácter más popular y menos privado, lo que llevaría a realizar recortes en otros puntos menos “populares”.
AÑOS 80 – LA GLOBALIZACIÓN DE LA FIESTA
La Fiesta de Hogueras, tal y como la conocemos en la actualidad vio la luz en 1928 respaldada por la burguesía alicantina. A fin de cuentas se trataba de dotar de una mayor brillantez a los festejos que se venían celebrando en años precedentes en las mismas fechas, con tal de aportar un nuevo aliciente para el turismo. Lógicamente habían muchos intereses económicos bajo la fachada de “fiesta popular”. La línea férrea Madrid-Alicante transportaba cada vez a más pasajeros desde el interior peninsular hasta la costa levantina en busca de sol y playa, una fórmula que podía mostrar agotamiento, por lo que aportar al visitante unos festejos al estilo valenciano, que tanta expectación acaparaban podía resultar muy rentable. Y así fue.
Tras el éxito cosechado en 1928, los ciudadanos se mostraron muy entusiasmados ante la renovada festividad de San Juan, por lo que no dudaron en participar activamente y así, vemos como paulatinamente el número de comisiones se incrementaba y expandían por toda la ciudad. La tendencia burguesa de la fiesta fue dejando paso a la clase obrera que cada vez se involucraba en mayor medida. Este cambio quedó claramente evidenciado tras la Guerra Civil, momento en que los trabajadores cogieron las riendas de la fiesta, ya que se convirtió en la nueva forma de relación social con sus vecinos tras la contienda bélica. Así, no resultaba extraño la celebración de festivales u otros eventos lúdicos en las plazas de los distintos barrios, realizados al amparo de la comisión del distrito. Era, sin duda, una buena forma de relacionarse con la vecindad, con aquellas personas con las que se convivía de forma cotidiana, ya que era común no abandonar el barrio donde se residía salvo contadas excepciones. De esta forma la fiesta de Hogueras se desarrolló alrededor de la plaza del barrio, convirtiéndose en el punto neurálgico del mismo. Los vecinos conocían a los miembros que componían la comisión de SU, y quiero hacer especial hincapié en ello, Hoguera y colaboraban, si no al 100%, por lo menos de forma más activa que en la actualidad. De esta forma era principalmente el barrio el que sustentaba el gasto que suponía llevar la fiesta hasta su casa, que en casos como Los Ángeles o La Florida distaban mucho del centro.
Con el paso del tiempo, comenzó a desaparecer el estilo de comisión formada por vecinos del barrio. Las mejoras de las comunicaciones y el transporte provocó la desaparición del binomio comisionado-barrio. Las facilidades en los desplazamientos han conseguido que un vecino de La Florida sea miembro de una comisión del Plá o incluso que residentes de Elche u otras localidades de fuera de la provincia pertenezcan a alguna comisión, algo impensable tiempo atrás. De esta forma, la oferta ha sido mayor, ya no se está limitado a un barrio, sino que tienes toda una ciudad donde elegir, pudiendo pertenecer a aquella comisión en la que se tengan más amistades o a aquella que ofrezca mejores condiciones económicas. Quizás haya sido esta ruptura entre comisión-barrio la que haya llevado a un cambio de éste, mostrándose receloso ante personas que no conoce, cosa que, si bien no ha sido la única ni la más importante, ha influido profundamente en la evolución económica de las Hogueras.
Con la llegada de la democracia se inicia una metamorfosis en la forma de entender la Fiesta que continúa durante los años 80. Aparece un elemento nuevo que aglutinará a la juventud: la Barraca Popular, con gran éxito durante toda la década. Esto llevará posteriormente a la proliferación de verbenas populares promovidas por los distritos y por entidades particulares para su propio beneficio. Así se inicia el posterior desinterés de la juventud por la Fiesta, ya que no hace falta estar asociado a ninguna comisión para disfrutar al máximo. El monumento empieza a perder fuerza ante el cambio social experimentado, ya que deja de ser el eje principal de los festejos y pasar a ser una “excusa” para poder disfrutar de la marcha nocturna.
Al mismo tiempo aumenta la competitividad por conseguir otros premios ajenos al de monumento, como llibret, play-backs, etc., y con ello los disgustos, creándose divisiones internas en la comisión que en muchas ocasiones terminan con la creación de otras nuevas a causa de la segregación de miembros de otras ya constituidas que pasan por algún periodo conflictivo. El problema es que el aumento de Fogueres no supone el aumento de nuevos asociados, creándose grupos más reducidos y por tanto con menos recursos para poder hacer frente a los gastos que cada vez son mayores y de muy diversa índole.
Durante este periodo la Fiesta pierde su sentido primitivo. Las mejoras en las comunicaciones y el transporte provoca un proceso de globalización dentro de la Fiesta, de forma que paulatinamente va desapareciendo el binomio comisionado-barrio, ya que no es necesario residir en el mismo distrito, sino que se puede elegir entre cualquier comisión de la ciudad ya que no resulta incómodo acceder a ellas sea cual sea el punto donde esté enclavada, incluso se dan casos de algo tan habitual hoy día como es que el comisionado resida en otras localidades como San Vicente, Campello o Elche. Con la desaparición de este vínculo los vecinos dejan de considerar la Hoguera como suya y con ello la colaboración vecinal se ve drásticamente afectada. Tampoco hay que olvidar los enfrentamientos cada vez más frecuentes entre los vecinos y la comisión. La proliferación de racós que pasan a convertirse en discotecas al aire libre con música hasta altas horas de la madrugada junto con el incremento de calles cortadas y como consecuencia los problemas de tráfico comienzan a dividir a la sociedad alicantina entre aquellos que quieren disfrutar de la Fiesta y aquellos que no tienen más remedio que sufrirla, un hecho que a día de hoy, lejos de suavizarse ha empeorado, aunque comienzan a darse pasos para intentar conseguir un acercamiento entre ambas partes.
Todo esto ha influido negativamente, de forma que las tradicionales cartillas van perdiendo peso frente a nuevas fórmulas de financiación.
FOGUERES INFANTILS
La proliferación de Hogueras infantiles era más que evidente durante estos años. En 1981 tan sólo 10 de las 60 comisiones inscritas no plantaron su monumento infantil. En muchos casos parecía ser una opción para destacar en los premios del monumento, ya que se invertían cantidades importantes si se comparan con las destinadas al monumento adulto. Llama la atención el caso de Foguerer-Carolinas en 1980, que invirtió 125.000 pesetas (uno de los presupuestos más elevados) en su monumento infantil, que suponía casi un 37% del coste total del adulto. También destacan los casos de Calderón de la Barca-Plaza de España y Calvo Sotelo, con una inversión de 125.000 pesetas cada una, casi un 21% del coste de la adulta. En el otro extremo podría situarse la Hoguera de Ciudad de Asís, que plantando un monumento de Categoría Especial valorado en 1.750.000 pesetas tan sólo destinó 60.000 al infantil. Entre las Hogueras infantiles de menor coste se situaban Altozano, Barrio José Antonio, Francisco Albert, Nou Alacant, San Blas Alto, San Fernando y Virgen del Remedio-La Cruz con 50.000 pesetas cada una, Ángeles-Felipe Bergé y Maestría Industrial con 40.000, Puente-Villavieja y Tómbola con 35.000, 5.000 más que José María Py y Virgen del Remedio-Plaza de Argel y Monjas-Santa Faz con tan sólo 5.000 pesetas.
EL CONTINUISMO DE LOS 70
Los ochenta suponen la continuación de la tendencia experimentada en la década precedente con una clara recesión del valor real del coste de los monumentos, aunque con un importante crecimiento del valor nominal.
Durante estos años se producen cambios importantes en algunas comisiones. Plaza de Pío XII consigue plantar en Especial en 1983 tras multiplicar su presupuesto por cinco entre 1980 y 1983. Posteriormente se mantendrían en 1984 pero volvería a caer en 1985 viéndose obligados a abandonar la categoría, al igual que ocurrió con Benalúa en 1986. Mercado Central atravesó una crisis que se inició a mediados de la década y se prolongaría hasta principios de los 90, pasando de plantar monumentos espectaculares como el de 1980 de 26 metros de altura a situarse entre las Hogueras con menor presupuesto en 1989. Pero no todas las comisiones vieron mermada su capacidad económica, el caso más destacado sería el de Carolinas Altas, que inició una escalada imparable multiplicando el coste de su monumento por seis entre 1980-89 pese a perder en 1981 parte de su distrito por la creación de Carolinas Altas-Norte, hoy conocida como Bola de Oro. También merecen una mención especial San Blas, que consiguió la proeza de plantar en Especial en 1987 y 1988, además de conseguir el primer premio, y Hernán Cortés que inició su escalada durante la segunda mitad de los 80 convirtiéndose en 1989 en la primera Hoguera que alcanzaba los 5.000.000 de pesetas.
PÉRDIDA DE IMPORTANCIA DEL MONUMENTO. AYER Y HOY
Como hemos apuntado anteriormente, la proliferación de nuevas actividades obligó a distribuir los gastos, de forma que el monumento sufrió un recorte de recursos. Observando los datos económicos de las comisiones se puede observar como el porcentaje del presupuesto total destinado al monumento en 1988 había descendido de forma importante. Entre las cinco Hogueras que más porcentaje destinaron a su monumento adulto se encuentran las cuatro especiales y Plaza de Gabriel Miró, que ocupa el tercer lugar con un 42,10%. Tan sólo Ciudad de Asís y San Blas superan el 50%, destinando la primera un 52,08% y un 60,20% la segunda. En la parte baja de la tabla se sitúan La Goteta (9,97%) y Calvo Sotelo (8,33%). Haciendo una separación por intervalos vemos que 45 de las 66 Hogueras censadas destinaron menos del 25% a su monumento, una cantidad más que importante.
Comparando estos datos con los más recientes del año 2006 vemos como las Especiales siguen copando los puestos altos siendo las diez primeras, seguidas por Ciudad Elegida en el puesto 11 y Rabassa-Polígono Industrial en el 13, que son las dos comisiones con menor presupuesto global. En este caso todas las Especiales a excepción de Florida-Portazgo superan el 50%. Mientras, en la parte baja vuelve a situarse La Goteta, aunque esta vez en última posición con un 7,60%, posición que repite en el caso de la Hoguera infantil a la cual destina el, 1,90%, mientras que el primer puesto lo ocupa Barrio Obrero (16,70%) y, curiosamente, entre los diez primeros tan sólo figuran dos Hogueras Especiales, Hernán Cortés y Séneca-Autobusos, además de Foguerer-Carolinas que sólo es Especial infantil. San Fernando ocupa la sexta posición (10,10%). Sumando las listas correspondientes a los monumentos adulto e infantil vemos pocas variaciones salvo la aparición de Ciudad Elegida en el puesto número diez, desplazando a Florida-Portazgo al puesto 13. A la cola siguen situándose San Nicolás de Bari-Benisaudet (14,43%) y La Goteta (9,50%). San Fernando ocupa el puesto 20 con un 40,48%.
CIFRAS DE UNA FIESTA EN DEMOCRACIA
Haciendo referencia a otros aspectos destacaremos la disminución de la subvención municipal durante los años 1980-81, que pasó de 71.511 pesetas por comisión a 60.000 más 4.000, en el caso de que plantara monumento infantil, mientras que la subvención destinada a la Hoguera de la Plaza del Ayuntamiento se incrementó en 100.000 pesetas durante el mismo periodo, recibiendo 800.000 pesetas en 1981.
La pirotecnia ocupa una parte importante del gasto. En 1980 se destinaron 163.000 a la Palmera, 245.000 a cada castillo de fuegos artificiales y 535.000 a la Nit del Foc, cifras que se incrementarían en 1982 hasta las 235.000, 350.000 y 770.000 pesetas respectivamente. También se realizó una inversión importante en iluminación cuyo gasto directo del ayuntamiento en 1983 ascendía a 1.370.000, además de los gastos de consumo de energía eléctrica, derechos de enganche e impuestos por la iluminación de los distritos, que eran otros 3.232.316. Curiosamente, ese mismo año la Hoguera Polígono de San Blas solicitó al ayuntamiento que se hiciera cargo de la iluminación de todo el distrito, ya que a ellos les resultaba imposible y el barrio carecía de luz a causa de la escasez de farolas.
AÑOS 90
La década de los 90 se caracteriza por tener dos etapas muy diferenciadas, la primera, que corresponde a los años 1990-94 refleja un claro estancamiento. La crisis que vivía el país durante este periodo quedó patente en la Fiesta, además, fueron muchos los monumentos que hacían referencia a esta situación como Calvo Sotelo y Altozano en 1994, que compartían el lema “Crisis”, Altozano Sur-Las Plazas 1994 “Vaya crisis” o Port d´Alacant del mismo año “Corpus crisis”. En 1995 se inició el cambio, se incrementaban los presupuestos y por primera vez en la historia eran siete las comisiones que plantaban en Categoría Especial. Ya en 1996 continuaría la tendencia surgida el ejercicio anterior aunque con pequeños altibajos.
COMISIONES “RESIDENCIALES”
El desarrollo de la ciudad en los años 90 viene marcado por una expansión moderada y la utilización de urbanización como modelo de vivienda, y es precisamente al amparo de estas urbanizaciones donde nacen la mayoría de nuevas comisiones de la década como Polígono de Santo Domingo en 1992, Puerto Babel en 1993, Mercado Babel y Escritor Dámaso Alonso en 1995, Rabasa-polígono Industrial en 1996, Gran Vía-La Cerámica y Parque de las Avenidas en 1997 y Gran Vía Sur en 1998. Todas ellas se caracterizan por estar enclavadas en zonas nuevas de la ciudad de carácter residencial, donde las relaciones sociales son más fluidas y, por tanto, la tarea de captación de socios para las nuevas comisiones resulta más sencillo. Sin embargo no son éstas las únicas zonas con nuevas comisiones, en el nuevo eje comercial de la ciudad surge la Hoguera de Maisonnave en 1990, creada por gente joven que no recibía el apoyo del vecindario perteneciente a la clase alta. Localizadas en la fachada marítima surgen dos comisiones más , y con algunas similitudes como las de no poseer vecindario y estar creadas por gente joven, como son Passeig de Gómis en 1994 y La Marina en 1996. También en el centro surgen dos nuevas Hogueras, Plaza de Santa María en 1991 y Avenida de Loring-Estación en 1996. La expansión de la Fiesta llega a lugares hasta entonces insospechados, como el Cabo de las Huertas. Al convertirse esa zona en residencial, muchos foguerers se marchan a vivir a estas nuevas zonas creándose sus propias comisiones como Avenida Costablanca-Entreplayas en 1991 y La Condomina en 2000.
También en Villafranqueza pudieron plantar su Hoguera en 1991, aunque este sea posiblemente el caso con menor apoyo de todos los surgidos durante la década.
AUSENCIAS Y REAPARICIONES
Aunque fueron muchas las nuevas comisiones surgidas durante los 90, también hubieron otras que desaparecieron, la mayoría de forma temporal, a excepción de Tercera Edad, que desde 1993 no ha vuelto a participar en la Fiesta.
La década se inicia con la desaparición de Barrio José Antonio en 1991, que volvería a plantar en 1996, Los Ángeles, que estaría ausente durante los años 1992 y 1993, Plaza del Mediterráneo, que no plantó en 1993 y 1994, Puente-Villavieja en 1994, 1997 y 1998, Tómbola en 1993, Polígono de San Blas en 1992 y Villafranqueza, que desde 1999 no ha vuelto a participar.
En cuanto a reapariciones, destacan los casos de Barrio Obrero, que en 1993 regresó tras casi 65 años de ausencia y Carmen-San Agustín-Santa Cruz cuyo monumento de 1992 participó en primera categoría con un coste de 2.000.000 de ptas, aunque el caso más curioso es el de Polígono de San Blas, que tras plantar un monumento de 750.000 ptas en 1991 se ausentó el ejercicio siguiente y en 1993 regresó plantando en Categoría Especial con el presupuesto más elevado y, además, consiguiendo el primer premio.
LAS NUEVAS “ESPECIALES”
Durante estos años la configuración de la Categoría Especial cambia radicalmente. Las “Especiales” con más tradición, Ciudad de Asís y Benalúa, abandonan la Categoría, la primera en 1993 y la segunda con anterioridad, aunque haciendo una pequeña incursión en 1997 y 1998 que no tendría continuidad. De esta forma, quedan Hernán Cortés (que abandonó la Categoría en 1995) y Carolinas Altas en un primer plano, siendo ésta última la que conseguiría una mayor popularidad tras conseguir entre 1995 y 1998 cuatro primeros premios consecutivos en la Hoguera adulta y tres en la infantil. Fueron muchas las comisiones que consiguieron ser “Especiales” aunque con diferente desenlace. La aparición de Polígono de San Blas con su primer premio en 1993 dio un impulso al barrio, volviendo a plantar en 1994 y 1995, con decepción incluida por la caída de los monumentos. También estuvieron presentes otras comisiones como Florida-Portazgo (1990 y 1996), La Goteta (1995), Foguerer-Carolinas (1995), Port d´Alacant (Desde 1995 a excepción de 1997), Mercado Central (Desde 1996) que regresaba tras recuperarse de una crisis, Parque de las Avenidas (1999) o San Fernando (1995 y 1996). En el caso de San Fernando, ser “Especiales” salió caro, ya que en 1996 se cerró el ejercicio con un importante déficit que se arrastró durante cinco años.
LA FIESTA EN CIFRAS
Con el paso de los años, la proliferación de actividades provocaron un incremento en el gasto tanto de las comisiones, como de Comisión Gestora y Ayuntamiento, aunque en algunos casos, como las subvenciones municipales a las comisiones han quedado estancadas durante muchos años. En 1993 el consistorio contaba con un presupuesto de 9.950.000 ptas para subvenciones que se repartían de la siguiente forma: 125.000 ptas por comisión a excepción de Monjas-Santa Faz que recibía 250.000 y dos comisiones que recibían 115.000 ptas por no tener Hoguera infantil. Las 345.000 pesetas restantes fueron entregadas a Comisión Gestora. En 1998 el importe total de las subvenciones ascendía a 13.050.000, por lo que cada comisión recibía 150.000 pesetas, la mitad que Monjas-Santa Faz. Hablando en términos reales, la subvención había pasado de 125.000 a 126.842 en cinco años, un 1,47% más.
En cuanto al gasto total de la Fiesta, en el ejercicio 1991-92 ascendía a 73.229.774, sufragado en un 86% por el Ayuntamiento. En 1996 los gastos municipales descendieron hasta los 60.000.000, de los cuales dos terceras partes se destinaban como ayuda económica a Comisión Gestora y el resto correspondía a gastos directos del Ayuntamiento. Haciendo una comparación con otras fiestas de la ciudad podemos observar la enorme diferencia existente en cuanto a recursos aportados por el Ayuntamiento. En 1993, el gasto total invertido en fiestas era de casi 68.000.000 de los cuales 50.000.000 correspondían a las Hogueras de San Juan, seguidos de los 5.245.079 de la Cabalgata de Reyes, 5.197.005 de Carnaval, 1.554.128 de las Fiestas de Agosto y 1.511.518 invertidos en la romería de la Santa Faz.
Al realizar el desglose encontramos gastos muy diversos, sin embargo vamos a centrarnos en aquellos que resultan más llamativos, como los destinados a las Bellezas. En 1992 la elección de la Belleza del Fuego costó 4.371.040 pesetas y la proclamación 3.568.678, mientras que en 1996 la cifra ascendía hasta los 6.628.000 y 3.300.000, a los que habría que añadirle los gastos de las convivencias, otros 2.975.000. En cuanto a los trajes de novia alicantina destinados a las Bellezas y Damas del Fuego de 1993 (11 en total) costaron 2.433.220 pesetas. Una parte muy característica de la Fiesta como es la pirotecnia ha tenido siempre un buen pellizco en el presupuesto, como así lo demuestran lo 11.380.000 del año 1992 invertidos en mascletàs, cremà de la Hoguera Oficial, fuegos artificiales y la palmera del Benecantil. En 1993 el gasto ascendía a 7.050.000 (mascletàs y castillos) más 2.000.000 correspondientes a la Nit de Foc y 450.000 de la Palmera. En 1996 la cremà de la Hoguera Oficial y la Palmera costaron 928.000 pesetas. Otro gasto importante es el de la iluminación (refiriéndonos a la correspondiente al recorrido oficial) que en 1993 supuso un desembolso de 3.530.000 pesetas, 270.000 menos que en 1996.
AÑOS 2000-2006
Hablar de la Federación de Hogueras Especiales puede resultar sencillo, sobretodo si nos centramos en relatar su historia, que además es muy breve, pues nace en el año 2000, sin embargo, al profundizar en el aspecto económico el tema se complica y se hacen necesarias varias referencias externas para poder alcanzar algunas conclusiones que nos permitan hacer valoraciones sobre su futuro, y más observando la situación.
El periodo 2000-2006 se caracteriza por la estabilidad en general aunque con una clara recesión de la zona norte de la ciudad que acumula la mayoría de comisiones desaparecidas. Algunas incorporaciones a la Fiesta como La Condomina, José Ángel Guirao, Sant Blai-La Torreta, o las más recientes de Baver-Els Antigons y Barri de l´Harmonia junto con la proliferación de Hogueras en la Categoría especial forman ya parte de la historia de esta década que encamina su recta final.
LA FEDERACIÓ DE FOGUERES ESPECIALS
Antes de hablar de la federación de Hogueras Especiales creo que es necesario hacer algunas referencias a temas externos a la misma, que sin embargo comparten el nexo más importante, la Categoría Especial.
Al analizar los datos referentes al conjunto total de Hogueras que han plantado en la Categoría Especial, desde la fecha de su implantación, podemos establecer claramente una tipología específica basándonos tanto en el periodo de tiempo que logran mantenerse como en el motivo por el cual llegan a plantar el monumento en la citada categoría. De esta forma podemos crear dos grupos, en el primero de ellos se encontrarían aquellas comisiones que han plantado más de cinco años consecutivos o más de diez en total. Son las Hogueras que han conseguido una mayor integración del vecindario, involucrándolo en su financiación, siendo el requisito de plantar la Hoguera en esta Categoría Especial esencial para que esos vínculos creados con la población residente se fortalezcan.
Son comisiones que han adaptado su estructura a esta Categoría Especial, consiguiendo captar un número elevado de miembros.
Pero en muchos casos, bien por una mala gestión, bien por cambios sociales, estas Hogueras pueden llegar a adquirir un déficit considerable que ponga en peligro su continuidad.
Como claros ejemplos de este primer grupo citaremos las Hogueras de Ciudad de Asís, Benalúa, Mercado Central, Carolinas Altas, Hernán Cortés, Séneca-Autobusos, Polígono de San Blas o Port d´Alacant, aunque en el caso de esta última la ausencia de vecindario puede suplirse con la colaboración de la Autoridad Portuaria. Resulta curioso que de los ocho distritos citados, los cuatro últimos se han incorporado a esta lista desde el año 2000, a raíz de la creación de la Federación.
En el segundo grupo se hallarían aquellos distritos que han participado en la máxima categoría de forma esporádica, casi siempre apoyado para hacerlo por la celebración de algún aniversario o efeméride importante.
Son Hogueras con una estructura interna más básica que las anteriores, donde en la mayoría de casos hay que realizar un sobreesfuerzo aún más importante para lograr la proeza de ver materializado el sueño de la Categoría Especial. Son múltiples los ejemplos, aunque citaremos los más recientes, como son Pla-Metal, que plantó que especial coincidiendo con su vigésimo aniversario, Santa Isabel en 2001 o San Blas en 2005.
Muchas de estas Hogueras que dan el salto se mantienen algunos ejercicios más atraídos por la importancia obtenida tras el esfuerzo inicial, pero no pudiendo mantener el tirón durante mucho tiempo. Volviendo a los ejemplos citados anteriormente Pla-Metal se mantuvo hasta 2004, Santa Isabel repitió al año siguiente y San Blas directamente abandonó la categoría en 2006.
Llama la atención algunos sistemas empleados para poder sacar adelante el presupuesto. Séneca-Autobusos inició en el año 2000 una captación de socios por una módica cantidad con la intención de recaudar lo máximo para costear su regreso a la categoría cincuenta años después de abandonarla, un método similar al empleado en el presente ejercicio, aunque en esta ocasión la finalidad no es ser “Especiales”, sino situar el monumento entre uno de los de mayor coste. También otras Hogueras como Florida-Portazgo han recurrido a la captación de colaboradores, en este caso mediante el denominado “Portatget”.
También hay casos en los que la Hoguera realiza una transición lenta desde el segundo hasta el primer grupo, asentándose poco a poco en la categoría como ocurre en San Blas Alto o Gran Vía-La Cerámica. En la primera el cambio se produjo en un espacio muy corto de tiempo, pasando de plantar en sexta categoría en 2002 a Especial tan sólo dos años después. En La Cerámica la evolución ha sido más lenta pero con firmeza ya que desde su fundación no han parado de crecer, llegando a ser este año una de las favoritas para acceder al pódium de Especial.
Es evidente que la Federación ha conseguido dar estabilidad a la Categoría, además de aumentar su participación, siendo ya habitual contar con al menos una decena de comisiones, sin embargo la fuerza de la unión parece haberse diluido durante el último ejercicio, ya que han sido varias las comisiones que la han abandonado y al parecer debido a un motivo común, la cuestión económica.
La Federación nació al amparo de cinco comisiones, aquellas que plantaron su monumento Especial en el año 2000. Carolinas Altas, Port d´Alacant, Mercado Central, Séneca-Autobusos y Pla-Metal dieron un paso muy importante que les obligó a dejar de lado las rivalidades propias de la Categoría y avanzar juntos para conseguir su principal objetivo, plantar los mejores monumento de la ciudad. Debido a la pérdida de apoyo vecinal y las dificultades para conseguir nuevos socios, en quienes actualmente recae la parte más importante del sustento de la Fiesta, se hacía necesario buscar nuevas formas de financiación, era necesario recurrir a firmas comerciales y lógicamente este trabajo resultaba más sencillo si la oferta se hacía sobre varias comisiones, ya que la publicidad quedaba repartida por toda la ciudad en aquellos puntos estratégicos de obligada visita durante los festejos de San Juan. El trabajo tuvo su recompensa y en el 2001 recaudaron 24.000.000 de pesetas.
Con el paso de los años, esta situación favorable ayudó a algunas comisiones a dar el salto a la categoría, sin embargo no todas consiguieron dar un mayor esplendor a su monumento, ya que algunos presupuestos rozaban el mínimo exigido para no bajar a Primera, cuando lo lógico habría sido que los beneficios obtenidos por la pertenencia a la Federación se incrementaran al presupuesto inicial. De esta forma la Federación resultó ser “creadora” de Especiales en lugar de impulsora. Afortunadamente en la actualidad se ha reanudado la competitividad sobre el monumento y en consecuencia, se han incrementado los presupuestos de forma considerable, siendo al menos cuatro las Hogueras de más de 120.000 € que se plantarán el próximo mes de junio.
FINANCIAMIENTO Y SUBVENCIONES
El modelo de financiación imperante hasta los años ochenta se encuentra en la actualidad prácticamente extinguido. La colaboración del vecindario ha desaparecido en muchos distritos, salvo contadas excepciones, como puede ser el caso de Florida-Portazgo que cuenta con alrededor de 800 cartillas. Ante esta situación la responsabilidad de hacer frente a los gastos que conlleva la Fiesta han recaído sobre los comisionados, y como es lógico, a mayor responsabilidad se exige una mayor compensación. Son muchas las Hogueras que han optado por dar fiesta y diversión a sus socios debiendo dejar al monumento en un segundo lugar, al incrementar gastos en otros aspectos como pueden ser play-backs, certamen de teatro, cenas de hermandad, etc. Con este panorama, aquellas comisiones que se resisten a arrinconar la parte esencial de la Fiesta deben recurrir a colaboraciones externas, principalmente de empresas privadas que realizan sus aportaciones a cambio de publicidad principalmente. En estos casos las Hogueras del centro tienen ventaja sobre las de los barrios, ya que la zona influye mucho y más si la afluencia de gente es importante.
Otra fuente de ingresos son las subvenciones municipales, las cuales han permanecido estancadas durante muchos años. Finalmente las reivindicaciones tantas veces realizadas por el colectivo foguerer de instaurar un modelo similar al aplicado en Valencia, donde las comisiones reciben una ayuda correspondiente al 25% del coste del monumento, se ha hecho realidad, y por fin se abandonará el modelo fijado hasta ahora de entregar 1.500 € a cada comisión. Sin duda este paso es un avance muy importante aunque quizás pueda resultar injusto para aquellas comisiones que más invierten en el monumento, ya que son las que menor porcentaje reciben. La subvención se establece de la siguiente manera: las Hogueras de sexta categoría recibirán un 40% del coste total de su monumento, las de quinta un 35%, 30% las de cuarta, 25% las de tercera, 20% las de segunda, 15% las que planten en primera y 10% las enclavadas en la categoría especial. A primera vista puede parecer un reparto solidario, ya que reciben más aquellas que, supuestamente, menos recursos tienen, aunque si cogemos los datos económicos de las comisiones del año 2006, la Hoguera de La Goteta, con unos ingresos globales de más de 105.000 €, de los cuales 8.000 se invirtieron en el monumento, recibirían una subvención de 3.200 €, mientras que San Fernando, plantando en Tercera Categoría y con unos ingresos totales de 39.615 € recibiría 3.000 €. Sin duda es un sistema que presenta fallos importantes que esperamos se solucionen en un futuro. Además, ya que estas cantidades supuestamente se invertirían en potenciar el monumento los baremos deberían modificarse incrementando el mínimo para entrar en concurso en, al menos, un 30%.
Tampoco podemos olvidarnos del canon de las Barracas que también debería modificarse ya que en la actualidad se encuentra completamente desfasado.
MIRANDO AL FUTURO
Sin duda el tema económico en la Fiesta preocupa, y mucho. No hay más que ver los puntos fuertes de las diferentes candidaturas cuando se acercan las elecciones a Comissió Gestora, hoy Federació. Estoy convencido que los cambios experimentados en este aspecto durante los últimos años no son más que el principio de un camino que no se sabe muy bien donde acabará, ya que cuando hay dinero de por medio y más en temas de sponsorización el límite es difícil de fijar, aunque, quien sabe, quizás regresemos a los orígenes y volvamos a ver “Fogueres comerciales” cuyo único contenido es la publicidad. Pero… haciendo memoria, creo recordar que alguna de estas ya hemos visto recientemente. ¿Quedará la Fiesta esclavizada bajo el yugo de la publicidad? Esperemos que no.